Justo Sotelo, el economista que soñaba con ser escritor y no entendía ni la cerilla ni el bidón de gasolina

justo-sotelo3Justo Sotelo es una de las personas más inteligentes que he conocido, aunque puede que no sea demasiado objetivo porque le quiero un montón.

Cuando yo era alumno en la Facultad, el ya era catedrático y autor del manual Teorías y Modelos Macroeconómicos(1), junto a otros autores como Julián Unamuno. Nunca tuve el placer de que me diera clase, pero siempre se caracterizó por ser un profesor excepcional que parecía un alumno más, hasta que abría la boca y se notaba que sabía tanto y tan bien, que el saber formaba parte de sí mismo. El verbo aprender, tiene la connotación de «hacer algo propiedad de uno». El saber es objeto del aprendizaje, y en Justo, la acción de aprender lo ha transformado hasta el punto de que el mismo es saber.

No me parece casualidad que siendo economista ya doctorado decidiera sumergirse en el mundo de la Literatura. La Economía tiene mucho de ficción, de utopía y tragedia, de fuerzas del destino que nos superan, de aventuras épicas repletas de héroes y villanos. La Economía es la historia que se lee tras la Historia, y supone una mordaza para aquellos que la conocen. Si las ciencias habitarán el mundo de los cuentos de hadas, la bruja sería sin duda la Economía.

Cuando leí su tesis doctoral en Literatura, La Semántica Ficcional de los Mundos Posibles en la Novela de Haruki Murakami(2), me sorprendió brevemente ver que la introducción comenzaba con un discurso económico impecable. Y digo brevemente, porque enseguida me di cuenta de que la realidad es el contexto de otras realidades. Entender intelectualmente a Justo es complicado porque para ponerse al nivel de su lenguaje hay que compartir su nivel de conocimiento, y un servidor, en Literatura no lo alcanza ni de lejos. Sin embargo, entenderle desde la pasión es inmediato. El movimiento de sus manos cuando habla, la búsqueda obsesiva por la palabra exacta en el lugar perfecto, el brillo de sus ojos que se refleja en sus gafas cuando alguien le pregunta desde la curiosidad y no desde el protocolo… cuando todo esto ocurre, Justo se transforma en un divino niño, como si fuera el dios Loki de la religión germana jugando con las emociones y destinos de sus personajes en los infinitos mundos posibles de la Literatura.

Para Justo, realidad y ficción son cosmos simultáneos, posibles lugares a los que escapar, pero también en los que vivir. Por eso Justo vive la realidad como si fuera uno de los muchos mundos posibles, y se comporta como si viniera de otros mundos con usos y costumbres diferentes. Es imposible entender a Justo sin situarle en este contexto de viajero entre mundos.

Os dejo un vídeo para que le veáis en directo.

Tendré que comprarme el nuevo libro, ¿qué alternativa queda? . Os dejo un enlace a una crítica que le han hecho sobre Cuentos de los viernes (3)

El lenguaje es tan importante como respirar. En él encontramos el significado que atribuían a los objetos de la realidad nuestros ancestros, pero también creamos nuevos significados, damos matices, convertimos el discurso en un cuadro abstracto. Con él intuimos principios de historias, relatamos el tránsito, para tal vez no encontrar un final, como cuenta en su tesis sobre Murakami.

Pero insisto, Justo es pasión que roza la locura, y eso lo convierte en un genio. Y no nos confundamos,  porque si bien los genios se caracterizan por alcanzar comprensiones de la realidad que los demás no vemos, también se caracterizan por abandonar las realidades que son más evidentes para el resto. Esto hace también que su pensamiento sea controvertido, discutible, incansable y agotador a la vez… y a Justo le encanta discutir, aunque él seguro que prefiere utilizar el verbo dialogar. Por eso es amigo de las tertulias, preferiblemente de aquellas en que se sienta el literato académico junto a la joven fisioterapeuta, mientras que en las sillas de enfrente están el arquitecto al lado de ese chiquillo que ha comenzado a escribir cuentos, y aún no se sabe, si acabará siendo un escritor, o estará en esa etapa «tonta» de la poesía de la mala noche.

Todos tienen un lugar en la mesa literaria de Justo: es entrañable, y por tanto en estos tiempos, absolutamente imprescindible.

 

(1) Sotelo Navalpotro, J., Unamuno Hierro, J., et Al (2003). Teorías y Modelos Macroeconómicos. Pozuelo de Alarcón, Madrid, España: ESIC Editorial.

(2) Sotelo Navalpotro, J. (2014). La Semántica Ficcional de los Mundos Posibles en la Novela de Haruki Murakami.. Tesis doctoral. UCM. Madrid.

(3) Justo Sotelo (2015) Cuentos de los viernes. Colleción Narrativas. Bartleby. Madrid

Lo ha vuelto a hacer!!!! De mi conexión telepática con el Papa Francisco.

papafrancisco-12jun15

Cuando decidí acometer el proyecto de tesis doctoral me prometí a mí mismo no caer en la ley del mínimo esfuerzo, esto es, escribir un texto más o menos acertado con la suficiente calidad como para que un tribunal me otorgara el título de doctor. Mi visión de la tesis es profundamente romántica. Considero que tesis es sinónimo de la obra fundamental de un autor. Por ejemplo, la Tesis sobre Feuerback de Karl Marx fué la base sobre la que se construyó el socialismo científico, en obras como El Capital.  Y en épocas anteriores, cuando no se había «inventado» aun el título de doctor, grandes obras como las Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino, o los Princia de Newton, fueron las que les otorgaron ese título de grandes pensadores.

Supongo que estaréis pensando que tengo un ego desproporcionado si aspiro a alcanzar la talla de éstos. La verdad es que es todo lo contrario. Si me veo obligado a situarme en ese nivel de exigencia es porque considero como economista, que alguien lo tiene que hacer, y yo estoy moralmente obligado al menos a intentarlo, pues las graves deficiencias que ha demostrado en la práctica el pensamiento económico se pagan con hambre y sangre .

La Economía ha demostrado sistemáticamente ser un ciencia que caduca cada poco tiempo desde la aparición del Mercantilismo, siempre al servicio de grupos de poder, contaminada por el pensamiento político y la opinión, responsable en último extremo de justificar actividades y sistemas económicos que se han  concretado en holocaustos de hambre y pobreza, para tras el fracaso, explicar desde un punto de vista «científico» porque han fracasado y cuales han sido sus errores. Es como si el economista más que científico fuera un comentarista de partidos de fútbol. Pero con el pan no se debe jugar, y menos con el ajeno.

Mi formación académica es liberal. Me he dado cuenta, ya finalizada mi tesis doctoral, que en cierta forma he sido adoctrinado por un pensamiento único, y gran parte del inmenso trabajo que ha supuesto mi tesis ha sido «desprogramarme». Recuerdo que en primero de carrera, cuando me contaban que necesidad y deseo es lo mismo desde la ciencia económica (marginalismo) yo me llevaba las manos a la cabeza y aullaba como un lobo a la luz de la luna. Para cualquiera que no sea economista es evidente que deseo y necesidad no es para nada lo mismo.

Otro ejemplo, la definición de Lionel C. Robbins de Economía, que es una de las más coherentes respecto del capitalismo y el marxismo, reza que Economía es la ciencia que estudia la asignación de recursos escasos entre medios alternativos. Con lo cual «te cuelan», primero que hay escasez de recursos, segundo, que economía es sinónimo de problemas que hay que resolver, y tercero, que lo importante es «optimizar». Bueno, pues economía, no tiene absolutamente nada que ver. Etimológicamente significa administración de la casa, y uno administra su casa fijándose en los recursos de los que dispone, no fijándose en su escasez. Administrar la casa no es un problema sino  un placer aunque lleve asociado problemas, y sobre todo, no se puede optimizar nada cuando la administración de la casa depende de qué quieras hacer con ella: no hay metodología cuantitativa que soporte el capricho del hombre por mucho que lo hayan intentado los marginalistas. La inmensa mayoría de lo que se enseña en la Facultad de Economía no es ciencia, sino doctrina, pero para darse cuenta de esto hay que dedicar muchísimo tiempo a desaprender, y como decía a la auto-desprogramación.

Para poder entender que es realmente economía y si  puede alcanzar una categoría de carácter científico he estudiado prácticamente todas las interacciones epistemológicas de la historia económica, es decir, como ha influido las distintas disciplinas de conocimiento en la economía, entre ellas la biología, la física, la religión,… y los resultados han sido demoledores. Los sistemas económicos que presuponen la escasez de recursos, tanto el marxismo como el liberalismo, son absolutamente inconsistentes desde un punto de vista científico, por razones que no voy a entrar a explicar hasta que defienda la tesis.

El caso es que después de haber redactado un 60% de lo que estoy a punto de depositar en el departamento, un señor, un argentino, el Papa Francisco publica Evangelii Gaudium allá por el 24 de noviembre del 2013. Y recuerdo casi llorar de la emoción cuando leí el documento. No podía ignorar lo herético que supone mi tesis para la doctrina económica vigente: decir que el dinero está mal diseñado, que no hay escasez de recursos, que la evolución es sinónimo de simbiosis y no de competencia, que el crecimiento financiero no es sinónimo de progreso humano,… y mil ideas más todas ellas intelectualmente suicidas contra la doctrina económica vigente.

Me encontraba muy sólo y eran compañeros difuntos con los que conversaba y me entendía a la manera socrática: Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Lin Margulis, Newton, Cournot, Cantillon, Smith, Mill,…  Sin embargo, asomar la cabeza al mundo capitalista, al egoísmo institucionalizado, a la polisemia como medio para impedir los diálogos serios, y sobre todo, ese «ir cada uno a lo suyo» sin importar nada los demás, me sumió en una visión profundamente pesimista sobre la capacidad del hombre para sobrevivir como especie.

Y fué el Argentino, el que me sacó de ese pozo del «pero, ¿para qué hacer la tesis?, ¿qué te crees que vas a poder cambiar?». Automáticamente, la mayeútica con los difuntos, que había sido hasta ese momento la tesis, tomo una dimensión viva, pues era un diálogo con el Papa Francisco. En su exhortación apostólica, parecía decir ya basta. Ya basta de hablar y decir lo que las cosas deben ser, hay que empezar a actuar. Ya basta de dejarnos vencer por el desánimo y conformarnos con este mundo deformado que nos deforma a todos. «Esa Economía mata (evagelii gaudium, 53)». Le he citado sistemáticamente, seguramente he pecado de citarle en exceso, pero ha sido mi gran compañero de viaje intelectual desde entonces, y debía reflejarlo en mi trabajo de investigación.

Uno de los argumentos más utilizados para criticar una forma de pensar es tacharla de religiosa, como si fuera algo malo, algo despectivo, propio de los hombres de las cavernas o de los descerebrados. Sin embargo, yo no he encontrado mayor coherencia lógica que la Suma Teológica de Santo Tomás. Ni tan siquiera Sir Isaac Newton ha aguantado con tanta firmeza el paso del tiempo debido a la revisión de la teoría de la relatividad. El contenido de las encíclicas es muchísimo mas coherente que muchos manuales de Economía y esta es una de las grandes «verdades sombra» que se manifiestan en mi tesis. Supongo que ya muchos de vosotros a estas alturas, supondréis que mi tesis no será de carácter científico, pero es que en rigor lo és. He aplicado la filosofía de la ciencia a la construcción de una nueva manera de entender la economía, distinta a la «chapuza» a la que estamos acostumbrados.

Toda la teoría económica se basa fundamentalmente en primero opinar, y luego demostrar que el que opina tiene razón. Es como si Newton opinara «yo creo que la manzana cae por esta razón», y luego, buscara demostrar que tiene razón. No señor. No funciona así. Los grandes científicos entre ellos Newton, que es el fundador de la ciencia práctica, Lamarck, Darwin,… primero han observado, han aprendido, comprendido y después han deducido leyes universales, que son universales hasta que se demuestre lo contrario.

Bueno, pues como reza el «post» del blog: «lo ha vuelto a hacer«. Ya cerrada la tesis doctoral, desmontada la teoría económica vigente, propuesta una nueva Escuela denominada Neofisiocracia, diseñado un nuevo método de elaborar teoría económica basado en la metodología cuantitativa,… viene el argentino, y publica la encíclica «Laudato Si’. Sobre el cuidado de la Casa Común«.

Mi construcción de teoría económica se basa en la etimología de economía, y en los nuevos avances de la Física y la Biología; en el pensamiento económico de Keynes, Schumpeter, la Escuela Austriaca marginalista, … y más recientes, la Public Choice (Buchanan, Amartya Sen,…), Gessel, Max Neef,Roeggen,… (muchos de ellos ateos declarados); en la Filosofía aristotélica y tomista,  la Escuela de Salamanca, … y multitud de autores que constituyen legión. Mi visión de la economía es que  la actividad económica es un manifestación particular de la vida en la biosfera , y por tanto debe ser abordada a la manera de la biología (como opinaba Georgescu Roeggen), pero con los matices propios del ser humano, fundamentalmente su dimensión ética y la inmensa responsabilidad que supone su capacidad para modificar el entorno natural (eso ya lo aporto yo).

Pero al fin y al cabo, cuando hablo de economía hablo de casa, que es la raiz etimológica de economía y ecologia, y es la categoría fundamental para entender la acción económica y las repercusiones de la acción humana. Defiendo que el capitalismo es una manfestación religiosa de carácter trinitario, y el papa habla de  mercado divinizado (Laudato Si’, 56). Propugno que hay que defender la diversidad bioeconómica, pues sólo gracias a ella son posibles los saltos evolutivos basados en la simbiosis, y esa misma idea está en Laudato Si’. El problema de la desigualdad en la distribución energética, la inequidad en relación al orden natural, la virtud aristotélica,… en fin. Yo no creo en las casualidades, y como Einstein, creo que Dios no juega a los dados.

El Papa Francisco, de nuevo sigue manteniendo ese diálogo conmigo, que ya no puede ser casualidad. Es la segunda vez que después de hacer redactado siguiendo una metodología absolutamente lógica y científica, y evidentemente desconociendo el contenido de las encíclicas que el Vaticano tuviera intención de publicar, el Papa Francisco me pone los puntos sobre las «íes» y completa todo aquello que yo no he sido capaz de ver.

Por eso, de nuevo, le muestro mi infinita gratitud, no sólo como Santo Padre desde mi condición de católico, sino por sus reflexiones como pensador bien asesorado que sabe tomarle el pulso a las necesidades de un mundo gravemente enfermo.

Gracias por dialogar conmigo, sin tú saberlo, mi querido amigo.

Cultismos en citas a pie de página

 

plumaPara todos aquellos que os volvéis locos con el significado de los cultimos a pie de página, como por ejemplo un servidor, que es un señor y no una máquina, y por señor me refiero a mí… Si os dáis cuenta, por como he empezado el artículo, estoy escribiendo mi primera tésis doctoral y por eso estoy tan puntilloso. Supongo que tardaré un tiempo en desengancharme de esta obsesión por decir las cosas bien dichas.

A lo que iba!!!! Una mini-guía para entender y bien citar en tu tesis doctoral, o similar.

APUD

Apud: “citado por” Es una cita de cita. Se utiliza cuando se cita un documento no consultado directamente sino citado por otro autor.

Ej. En el texto:

  • Bergstein, N (apud PANOFSKY, Erwin)

En la cita:

  • PANOFSKY, Erwin. Arquitectura gótica y pensamiento escolástico. Madrid: La Piqueta, 1986, p. 24

 IBID

Ibid. (Ibidem): “en la misma obra”. Se usa cuando es necesario citar la misma obra referenciada inmediatamente antes.     Si es en otra página se agrega la misma.

Ej.: PATETTA, Luciano. Historia de la arquitectura: antología crítica. Madrid: Celeste, 1997. p. 147

  • Ibid (si es la misma obra en la misma pág.)
  • Ibid, p. 179 (si es la misma obra en otra pág.)

 ID

Id. (Idem): “del mismo autor”. Se emplea para citar un autor al que se ha hecho referencia Ej:

  • CHUECA GOITIA, Fernando. Invariantes castizos de la arquitectura española. Madrid: Dossat, 1947. p. 88
  • Id. Breve historia del urbanismo. Buenos Aires: Alianza, 1990. p. 57

 Loc. Cit.

Loc. cit. : “en el lugar citado”.

Usado para enumerar la misma página de una obra citada anteriormente, habiendo otras referencias diferentes intercaladas.

Ej:

  • MONTANER, Josep Maria. Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo. Barcelona: Gili, 1993. p. 43
  • IBELINGS, Hans. Supermodernismo: arquitectura en la era de la globalización. Barcelona: Gili, 1998. p. 123
  • MONTANER, Josep Maria. loc. cit

 Op. Cit.

Op.cit. (opus citatum) en la obra citada

Usado para mencionar otra página de una obra anteriormente citada, habiendo intercalación de otras referencias.

Ej:

  • MONTANER, Josep Maria. Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo
  1. Barcelona: Gili, 1993. p. 43

VID

Vid (Vide) Se usa para una cita ya referenciada, para evitar la repetición.

Ej:

Supongamos que en la página X del trabajo encontramos en nota de pie de página la siguiente referencia:

  • (9) TAFURI, Manfredo. Teorías e Historia de la Arquitectura. Madrid: Celeste, 1997. 393 p.

En una página más adelante, en vez de repetir la referencia se pone:

  • (20) Vid nota 9

 PASSIM

Passim Significa aquí y allí, en varias partes o pasajes. Se usa cuando es imposible mencionar todas las páginas de las que se extraen las ideas de un autor.

  • CORNOLDI, Adriano. La arquitectura de la vivienda unifamiliar: manual del espacio doméstico. Barcelona: Gili, 1999. p. 30-154 passim.

Gracias a:

 

Adiós Ramón

tn_lutoAnoche, día 31 de Diciembre del 2014, a eso de las 9 de la noche ha fallecido mi suegro, don Ramón Sayans. Este mundo ha perdido a una de las mejores personas que he tenido el placer de conocer. La muerte no sabe de fechas, pero al menos ha tenido el detalle de llegarle en unas fiestas donde ha estado rodeado de su familia que le ha querido todo lo humanamente posible.

Un fuerte abrazo, Ramón. Gracias por todo, pero sobre todo por tu honradez y comprensión. Espero que sigas cuidando de todos, como lo has hecho siempre.

Owncloud 7 con encriptación SSL en Ubuntu 14.04

Owncloud-7-is-here-620x350

Ubuntu LAMP (Linux+Apache+Mysql+PHP)

( Actualizado aquí).

Nota: os recomiendo que echéis un vistazo a dos de mis posts si instalais el servidor desde cero:

Lo primero que necesitamos es instalar el servidor LAMP de ubuntu. Podemos hacerlo directamente en la instalación del Ubuntu Server, o posteriormente con los siguientes comandos:

sudo apt-get update
sudo apt-get dist-upgrade
sudo apt-get install lamp-server^

 

El carácter «^» es importante para que el tipo de instalación del servidor web sea apropiado. En la instalación nos pedirá que introduzcamos el password del root de MySQL. Asegúrate de introducir una buena password que sea fácil de recordar.

Owncloud utiliza los archivos .htaccess de Apache por razones de seguridad. Para poder usarlos necesitamos activar dos módulos con los siguientes comandos

sudo a2enmod rewrite
sudo a2enmod headers

 

Además tenemos que cambiar el archivo de configuración de apache para que reescriba las reglas adecuadamente. Con lo cual ejecutamos el siguiente comando

sudo nano /etc/apache2/sites-enabled/000-default.conf

Una vez quí debemos cambiar la línea

#ServerName www.example.com

AllowOverride None

Por

ServerName fqdn
ServerAdmin webmaster@localhost
 DocumentRoot /var/www/html
var/www/>
        Options Indexes FollowSymLinks
        AllowOverride None
        Require all granted

 

Finalmente reiniciamos apache

sudo service apache2 restart

 

Instalar OwnCloud

 

Instalamos paquetes necesarios para owncloud

sudo apt-get install php5 php5-mysql php5-gd php-xml-parser php5-intl libcurl3 php5-curl php5-json php5-mcrypt php5-imagick

 

Ahora localizamos la última versión de owncloud en el momento de redactar este tuto, ejecutamos en el terminal

$ cd /var/www/html

$ sudo wget https://download.owncloud.org/community/owncloud-7.0.2.tar.bz2

$ sudo tar -xjvf owncloud-7.0.2.tar.bz2

$ sudo rm owncloud-7.0.2.tar.bz2

El resto de la instalación se hace a través del navegador, y nos permite elegir entre otras cosas, el directorio donde se guardarán los datos de usuario que carguemos a través del navegador.

 

Si decidimos elegir un directorio distinto al que nos indica por omisión, a este directorio hay asignarle el usuario www-data con el siguiente comando

sudo chown -R www-data:www-data /ruta/al/directorio/de/datos/de/owncloud

 

La dirección de nuestro owncloud será http://host/owncloud.

Si tenemos un fqdn (fully qualified domain name) lo introducimos en vez de host. Podemos obtener uno gratuito en dyndns.com.

Si no tenemos el fqdn, introducimos la ip del servidor. Si accedemos a él, desde el propio servidor, en vez de host, ponemos localhost.

 

En nombre de usuario, introducimos el nombre que queramos para el usuario administrador de owncloud, así como la contraseña.

En directorio de almacenamiento puedo elegir el que quiera, pero recuerdo, debemos asignarle el usuario www-data.

En configurar la base de datos introducimos el usuario, password y nombre de la base de datos que hemos creado para owncloud.

 

Y ya tenemos instalado nuestro servidor owncloud.

 

Antes de salir, recomiendo entrar en personal y añadir nuestro correo electrónico, para poder recuperar la contraseña en caso de que la perdamos.ownpost1

 

Últimos ajustes

Ajustes de php

Necesitamos configurar php para que admita archivos grandes. Podemos hacerlo a través del terminal editando los archivos. /etc/php5/apache2/php.ini /etc/php5/cli/php.ini y pero es más cómodo y seguro hacerlo a través del módulo de webmin.

Para instalar webmin, vamos a http://webmin.com y descargamos el instalador con el comando wget. En el momento actual la última versión es la 1.650

wget http://switch.dl.sourceforge.net/project/webadmin/webmin/1.710/webmin_1.710_all.deb

Instalamos algunos paquetes necesarios

sudo apt-get install perl libnet-ssleay-perl openssl libauthen-pam-perl libpam-runtime libio-pty-perl apt-show-versions python

Instalamos webmin y borramos el paquete

sudodpkg -i webmin_1.710_all.debsudo rm webmin_1.710_all.deb

Ahora podemos acceder al interface de webmin a través del navegador, en la dirección

https://ip_servidor:10000 (si accedemos desde el propio servidor https://localhost:10000)

Introducimos nuestro usuario y password y ya estamos dentro.

En el menú otros, seleccionamos PHP Configuration:

Damos al enlace Manage, y después den Resource Limits en cada uno de los ficheros y modificamos para que quede así.

phpconf2

Como maximum memory allocation, recomiendo poner una cuarta parte de la ram del servidor (pero es cuestión de ir probando).

Ajustes del .htaccess

Abrimos el .htaccess de owncloud con el siguiente comando

sudo nano /var/www/html/owncloud/.htaccess

Y modificamos las siguientes líneas

php_value upload_max_filesize 513Mphp_value post_max_size 513Mphp_value memory_limit 512M

Para que queden como los valores que modificamos en php.

php_value upload_max_filesize 20000Mphp_value post_max_size 20000Mphp_value memory_limit 2048M

Y reiniciamos apache

sudo service apache2 restart

 

Conexión SSL

Primero activamos el módulo SSL de Apache

sudo a2enmod ssl
service apache2 restart

Editamos el archivo de configuración /etc/ssl/openssl.conf

nano /etc/ssl/openssl.cnf

Encontramos y cambiamos las siguientes líneas

dir = /root/SSLCertAuth
default_days = 3650 # 10 years
default_bits = 2048 # recommended by NSA until 2030
countryName_default = ES
0.organizationName_default = Ubuntu Contrib

Creamos el diretorio para guardar todos los archivos de la autoridad certificadora SSL, en nuestro caso lo llamaremos “SSLCertAuth”. Ejecutamos los siguientes comandos

mkdir /root/SSLCertAuth
chmod 700 /root/SSLCertAuth
cd /root/SSLCertAuth
mkdir certs private newcerts
echo 1000 > serial
touch index.txt

Creamos la autoridad certificadora (CA) con el siguiente comando:

openssl req -new -x509 -days 3650 -extensions v3_ca \
-keyout private/cakey.pem -out cacert.pem \
-config /etc/ssl/openssl.cnf

Nos pide:

Enter PEM pass phrase:introducimos una contraseña que usaremos después para firmar cualquier certificado (hay que recordarla). Vamos introduciendo todos los datos, y tenemos especial cuidado cuando nos pir el Common Name, que debe ser nuestro nombre de internet (fqdn: fully qualified domain name).

 

Ahora creamos la solicitud de firma del certificado del sitio:

openssl req -new -nodes \
 -out apache-req.pem \
 -keyout private/apache-key.pem \
 -config /etc/ssl/openssl.cnf

De nuevo introducimos todos los datos que nos pide, y en Common Name de nuevo metemos el fqdn. Los extra atributes… podemos dejarlos en blanco.

Y finalmente generamos el certificado para copiarlo después en el directorio /etc/ssl

openssl ca \
-config /etc/ssl/openssl.cnf \
-out apache-cert.pem \
-infiles apache-req.pem

Introducimos la password de la CA que creamos antes y despues le decimos a todo que si.

Ejecutamos:

mkdir /etc/ssl/crt
mkdir /etc/ssl/key
cp /root/SSLCertAuth/apache-cert.pem /etc/ssl/crt
cp /root/SSLCertAuth/private/apache-key.pem /etc/ssl/key

El paso final consiste en configurar apache para que el servicio por misión HTTPS, sea owncloud.

mkdir /var/www/html/logs sudo nano /etc/apache2/conf-enabled/owncloud5-ssl.conf

Copia y pega la siguiente configuración:

<VirtualHost *:443>
ServerName fqdn
SSLEngine on
SSLCertificateFile /etc/ssl/crt/apache-cert.pem
SSLCertificateKeyFile /etc/ssl/key/apache-key.pem
DocumentRoot /var/www/html/owncloud
CustomLog /var/www/html/logs/ssl-access_log combined
ErrorLog /var/www/html/logs/ssl-error_log
</VirtualHost>

Donde pone fqdn, ponemos nuestro nombre de internet o la ip de nuestro servidor. Damot Ctrl+x para cerrar y “y” para salvar.

Desde dentro de owncloud (Administración) podemos forzar el uso de SSL, lo que es muy recomendable a efectos de seguridad.

owncloud ssl

 

Gracias a:

Evangelii Gaudium – Citas

PAPA FRANCISCO I

Profundamente conmovido acabo de terminar la lectura de la Exhortación Apostolica «Evagelii Gaudium», la Alegría del Evangelio.

«Creí, por eso hablé» (2 Co 4,13)

Significa un antes y un después para la Iglesia Católica. Es la continuación del Concilio Vaticano II. Para mí como católico ha supuesto un bálsamo de coherencia, tengo la sensación de llevar esperando a este Papa toda mi vida, incluso, tengo la sensación de que la cristiandad entera ha ansiado la venida de Francisco. Ruego a Dios le de larga vida, y nos siga iluminando largo tiempo con sus sabios consejos.

Aunque es pronto para entender el completo simplificado de esta carta papal, la emoción me supera y me impulsa a dar Fe de que por Cristo hay que luchar todos los días. Y si bien es cierto que esta verdad es y ha sido siempre, hoy es algo nuevo y emocionante, como debería haberlo sido,también, siempre.

Es una carta «rompecorazones», rompe el de los justos de pura emoción evangélica, y el de los injustos, entre los que me incluyo, por ponernos a todos en nuestro sitio. No voy a contar lo que es incapaz de contarse mejor. Os invito a que leáis este texto, a todos aquellos que queréis encontrar la verdad. Proviene de la Iglesia Católica, olvidad los prejuicios y escuchar el corazón de la humanidad entera, desde la voz de un cristiano.

Habla claro y fuerte, con ternura pro con autoridad, y yo sólo tengo que añadir una cosa. Voy a trabajar con su palabra en la mente y el corazón a partir de ahora. Parece que la Iglesia despierta de su largo letargo, como una quiceañera no escatima en gritar lo que piensa y lo que siente, y como Madre Nuestra, nos enseña todas esas lecciones que queremos olvidar por comodidad y puro egoísmo.

Hoy recuerdo lo que es Ser Humano parte de la Humanidad. Hoy reconozco mas que nunca a la Iglesia de mi familia, a la compañera de las dificultades, a la de la moral insobornable, a la del dialogo y la paciencia incansable, a la salvadora y redentora. Hoy todos somos católicos, incluso aquellos que no pensáis que lo sois.

Amen, Francisco. Habemus Papam

Os dejo el enlace y algunas citas. Continuar leyendo «Evangelii Gaudium – Citas»

La Ética como mecanismo de ajuste económico. Doctrina Social de la Iglesia.

simbio

Estracto del trabajo de investigación: Economía Simbiótica.
Consecuencias Macroeconómicas de los agentes económicos en el bienestar social.El caso particular de la Empresa Familiar.

21/07/2009

Autor: Francisco Rabadán Pérez

DEA Universidad San Pablo CEU

<Viene de>

3.1. Acercamiento al problema ético

La dimensión social del hombre se ha manifestado en dos esferas, la del Derecho y la de la Economía. Ambas son expresión de un conjunto de principios y valores sociales, de un ideario ético y moral, que articulado a través de la Política debería servir para conectar los intereses de los ciudadanos.

Hablar de Economía sin tener en cuenta esta dimensión humana de la sociedad es tanto como hablar de leyes que no tienen en cuenta a los seres humanos que se ven sometidos a ellas. El Derecho regula las actuaciones humanas, y de la misma forma, la Economía debería estudiar el modo en que éstas se desarrollan de forma connatural al ser humano.

La ideología es el motor de los sistemas económicos y jurídicos, por tanto, la ausencia de ideología se traducirá tarde o temprano en una debilidad del sistema y en una pérdida de coherencia de las instituciones con la sociedad.

La ciencia económica debe ser objetiva por propia definición de ciencia y aspirar a encontrar leyes universales, sin embargo, no puede ignorar que los intercambios y las elecciones de los agentes económicos responden a un todo humano más relacionado con la ética, la moral y la psicología que con la causalidad matemática que expresan los modelos marginalistas.

En este sentido la Doctrina Social de la Iglesia recoge toda la tradición de la cultura grecolatina en relación al como “deben ser” las actuaciones de las personas desde un punto de vista ético. A partir del Concilio Vaticano II, la Doctrina Social de la Iglesia viene reflejada en varias Cartas Encíclicas en las que se van dando respuesta a los diferentes problemas que afrontan los seres humanos según las épocas, además de analizar las consecuencias de las ideologías que van surgiendo y de las nuevas relaciones comerciales derivadas de la globalización  que condicionan las circunstancias económicas de la sociedad mundial.

La palabra ética proviene de la palabra griega “ethikos”, que significa ‘teoría de la vida’, y que a su vez proviene de “ethos”, que puede ser traducida como “punto de partida”, “aparecer”, “inclinación” y a partir de ahí, “personalidad”.

Partiendo de esta etimología que anuncia la ética como un principio para abordar la vida y cualquier tema en el que el individuo imprima su condición de ser humano, deberíamos iniciar el estudio de las relaciones económicas.

Existe un debate académico bien conocido en relación a la propia esencia de la empresa capitalista y de su capacidad para la implementación efectiva de las cuestiones éticas en sus estrategias y actuaciones.

La realidad empresarial muestra dos instituciones muy distintas desde el punto de vista ético, según se trate de grandes corporaciones o PYMES, que si bien constituyen dos escenarios bien diferenciados, tanto en uno como en otro caso, comparten un común denominador, el objetivo estratégico de maximización de los beneficios, lo que parece dejar en segundo plano la responsabilidad social de las empresas.

El análisis de la responsabilidad ética puede realizarse a tres niveles: sistema, organización e individuo; si bien dentro del marco de la Doctrina Social de la Iglesia, se concluye que la responsabilidad final recae en la persona, componente último del sistema y de la organización.

El abordaje de las cuestiones éticas en la empresa ha dado lugar al nacimiento de un objeto de estudio que ya ha adquirido el rango de disciplina académica: La Ética Empresarial, donde los avances logrados en el campo teórico no coinciden en absoluto con la actualidad ética de las empresas.

Podemos identificar dos realidades empresariales desde un punto de vista global de la economía internacional:

  1. La de las grandes corporaciones: conformada por un pequeño número, en proporción con el resto de organizaciones de producción. Son grandes grupos económicos que poseen privilegios debido a su hegemonía en el mercado,  influencia que les puede llevar a formar oligopolios y, en algunos casos, monopolios, burlando la protección a la competencia en los distintos marcos legales nacionales. Se trata de empresas, en su mayor parte multinacionales, con dominio en la producción y la comercialización. Paradójicamente, además de ser los “ganadores” del actual sistema son los que resultan más beneficiados por las políticas económicas de los estados, que persiguen los efectos multiplicadores que producen estas empresas en la economía nacional.
  2. La de un gran número de PYMES y microempresas con evidentes dificultades para mantenerse en el mercado, con desventajas notorias en aspectos clavestales como el acceso y el coste del crédito, cargas tributarias regresivas, falta de fomento efectivo al comercio exterior, etc. En realidad estas empresas  terminan con un fuerte grado de dependencia de los grandes grupos mencionados anteriormente, que pasan a ser sus principales clientes y proveedores.

Esta relación, en su doble vertiente, es completamente asimétrica:

  1. En su condición de clientes “indispensables”, los grandes grupos les imponen todo su poder económico, lo que se concreta en una reducción forzada del precio al que compran a las grandes corporaciones y en el atraso en los pagos para obtener ventajas financieras, lo que incluso puede llevar a las PYMES a situaciones de apalancamiento financiero negativo.
  2. En su condición de proveedores, las grandes corporaciones prestan servicios de carácter estratégico y dimensión pública con una fuerte barrera de entrada a los mercados debido al nivel de inversión asociado, y provocan aumentos de precios exorbitantes en un contexto de estabilidad monetaria si no hay una fuerte autoridad política que lo evite, lo que suele ocurrir en países en vías de desarrollo.

La brecha entre esas dos realidades ha alcanzado niveles insostenibles en el largo plazo, mientras muchos gobiernos nacionales por acción u omisión contribuyen a su acrecentamiento, utilizando como argumento más frecuente el de la seguridad jurídica, concepto éste que se esgrime solamente a la hora de defender grandes intereses y que demuestra la subordinación del poder político al poder económico. En este sentido Pablo VI nos dice: “Pero —lo hemos afirmado frecuentemente— el deber más importante de la justicia es el de permitir a cada país promover su propio desarrollo, dentro del marco de una cooperación exenta de todo espíritu de dominio, económico y político” ( Octogesima Adveniens 43)[1]

3.2 Responsabilidad Social vs. resultados económicos.

Desde el fundamentalismo liberal del mercado se toma como objetivo único y excluyente la maximización de los beneficios o del valor financiero de la firma, lo que en términos teóricos presupone un comportamiento determinado de las empresas.

Según Milton Friedman[2],“ En un sistema de libre empresa y de propiedad privada, un ejecutivo es el empleado de los dueños de la empresa. El tiene responsabilidad directa hacia sus empleadores. Esa responsabilidad implica conducir el negocio de acuerdo a sus deseos, que en general serán de hacer la mayor cantidad de dinero posible, teniendo en cuenta las reglas básicas de la sociedad, ya sea que estén reflejadas en el derecho o las prácticas éticas”.

Con esta afirmación Friedman convierte la dicotomía responsabilidad social versus resultados económicos en una equivalencia y, por tanto, desde este punto de vista la única responsabilidad de las empresas es maximizar sus beneficios.

Este razonamiento ha perdido sustentación teórica y práctica, dado que presenta dos inconsistencias:

a) En la teoría. Hoy en día desde el punto de vista de la ciencia económica se cuestiona seriamente el supuesto de comportamiento de maximización, ya que se basa en el presupuesto de que el empresario actúa como un homo economicus, esto es, un ser racional egoísta cuyas acciones están motivadas por intereses meramente personales.

El Premio Nóbel de Economía de 1988 Amartya Sen sostiene que: “El homo economicus no se define ni por el egoísmo ni por sus fines sino por la consistencia lógica de estos fines y el modo en que pretende alcanzarlos”[3]. La figura del egoísmo como principal motivador de las decisiones económicas deja paso a conceptos tales como el altruismo racional que explica el comportamiento racional de quien se interesa por los demás de manera sistemática.  Viene a colación la Carta del Apóstol Santiago que nos dice al respecto: “El egoísmo es la fuente de donde proceden tantas guerras y contiendas…. de las voluptuosidades de ustedes que luchan en sus miembros. Ustedes codician y no tienen”[4].

b) En la práctica: Si suponemos como reglas básicas de la sociedad la libertad y la igualdad de oportunidades, éstas no son posibles si no se verifica la regla básica del juego de mercado: La competencia.

La realidad económica mundial está regida por mercados imperfectos, no competitivos, y por la falta de una adecuada regulación, lo que provoca un progresivo deterioro de las condiciones sociales donde la concentración económica arrastra al desempleo y a la expulsión del mercado. En este marco la libertad es más retórica que real al quedar disociada de la equidad.

El determinismo del “homo economicus” que apuntala el paradigma neoliberal resulta a todas luces insuficiente para mantenerlo en pie frente a la prueba de fuego de las “imperfecciones” del mercado que la empresa privada no quiere solucionar, y el Estado no puede corregir. “ Al parecer algo esta haciendo tambalear los cimientos del capitalismo”, señala Lester Thurow[5].

El desarrollo económico debe tener como objetivo mejorar las condiciones en las que el ser humano se desenvuelve y no puede beneficiar a unos pocos a costa del perjuicio de muchos. En este sentido Pablo VI nos dice en su Carta Encíclica “Gaudium et Spes”[6], “La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen que el bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección- se universalice cada vez más, e implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás grupos; más aún, debe tener muy en cuenta el bien común de toda la familia humana”, y por otro lado en “Populorum Progressio[7]:, «El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Por ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre. Con gran exactitud ha subrayado un eminente experto: Nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones en que está inscrito. Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera».

3.3 La realidad empresarial global y la Ética.

La globalización de la economía ha sumergido a la actividad empresarial en un contexto de cambios vertiginosos que afecta a los aspectos más relevantes de su entidad: la propiedad y el gobierno, la internacionalización de los mercados actuales y potenciales, los cambios tecnológicos,  etc.

Respecto de los cambios en la propiedad de las empresas hay que distinguir entre las grandes y las pequeñas empresas.

En las grandes corporaciones, el capital está despersonalizado siendo fácilmente transmisibles las acciones o participaciones de capital, lo que se concreta, actualmente, en una era caracterizada por una continua ola de fusiones y adquisiciones, y por otro lado, de privatizaciones de empresas y servicios públicos justificadas por la supuesta mejor eficiencia económica del sector privado. En la mayor parte de los casos a todo este tipo de operaciones le siguen planes de regularización de plantilla, con lo que la reducción de costes en mano de obra son los que impulsan el aumento del beneficio a costa del deterioro económico de multitud de familias.

El “ethos” o credo de la organización sufre procesos de reformulación constante donde entran en juego múltiples factores ya sean culturales, económicos o psicológicos, pero fundamentalmente la continua entrada y salida en los Consejos de Administración y en la Dirección de la empresas de profesionales en función de los resultados económicos de los que son responsables, es la causante de esta falta de continuidad en los valores de la cultura empresarial de la gran corporación. El reposicionamiento empresarial lo realizan estrategas y directivos nuevos o con mandatos recién renovados que quieren empezar “con buen pie” para hacerse notar como valiosos en el seno de la empresa y mejorar su valoración como profesionales.

Esto origina una preocupante falta de definiciones concretas y estables en el tiempo sobre las políticas en las que la empresa se relaciona con su entorno de responsabilidad social: clientes, empleados, accionistas, proveedores, comunidad en general, medio ambiente, etc.. En la práctica, no se da la apertura de visión  que la ciencia de la Dirección Estratégica exige a los miembros de los Consejos de Administración hacia todos “los que apuestan” por la empresa: tanto los “stockholders” (accionistas) como los“stakeholders” (aquellos no accionistas pero que tienen una relación con la compañía).

En la gran corporación no se perciben mecanismos o procesos de control ético identificables institucionalmente.

La ausencia de una visión ética de la firma proyectada en el tiempo, remite automáticamente al objetivo cuantificable y demandado por los accionistas: la maximización de los beneficios. Esto genera lo que ha dado en llamarse “miopía de los ejecutivos” que tratan de salvar la gestión en las evaluaciones a corto plazo sin preocuparse en absoluto de las consecuencias económicas o de otra índole en el largo plazo.

Sería injusto negar la capacidad de responsabilidad moral de los directivos y estrategas de las empresas capitalistas, pero sin embargo, ésta se encuentra gravemente distorsionada por unas reglas del juego que muchas veces penalizan las actuaciones de carácter ético.

En las pequeñas empresas se integran en el mismo individuo la figura de la propiedad y del gobierno, lo que si bien impregna a la compañía de una dimensión mucho más humana y por tanto ética, ante determinadas condiciones de mercado, como una atroz y despiadada competencia, no queda margen para distraer la atención de los resultados. Tengamos en cuenta que en gran parte de las ocasiones el pequeño empresario realiza su actividad para mantener a su familia y generar una alternativa más ventajosa que la que ofrece el mercado de trabajo.

Llevando a últimos extremos la línea de pensamiento de Milton Friedman la responsabilidad social circunscrita exclusivamente a los beneficios se impone como una “ética de la supervivencia”, prevaleciendo arraigado un concepto propio del darwinismo social, la supervivencia del más apto[8].

Sirva como resumen de esta línea de pensamiento la famosa anáfora de John D. Rockefeller: “El crecimiento de un gran negocio es simplemente la supervivencia del más apto… La rosa American Beauty sólo puede alcanzar el máximo de su hermosura y el perfume que nos encantan, si sacrificamos otros capullos que crecen en su alrededor. Esto no es una tendencia malsana del mundo de los negocios. Es, meramente, el resultado de una combinación de una ley de la naturaleza con una ley de Dios”[9].

Más cercana en el tiempo y en el espacio, en el contexto español, la CEOE[10] señala “ … en ningún caso, se debe cuestionar la función principal de la empresa de crear riqueza y empleo, y en el carácter voluntario de las actuaciones de este tipo, frente a imposiciones o nuevas obligaciones directas o indirectas que a menudo se proponen desde diversos ámbitos”.

Por un lado somos conscientes de la crisis del dogma fundamentalista neoliberal que establece como prioridad en las organizaciones capitalistas la maximización de los beneficios, basándose en el presupuesto simplista del “homo economicus” neoliberal, frente a cualquier otra responsabilidad y por otro lado, reconocemos que en realidad seguimos adelante según el mismo principio, ya sea por la lucha por el posicionamiento de los directivos en las grandes empresas, o por la desesperación de los pequeños empresarios ante situaciones extremas, pero sobre todo, la causa última es la falta de una visión trascendente en el esquema económico.

3.4 El doble discurso de las grandes corporaciones respecto a su Responsabilidad Social.

Son frecuentes las noticias que recibimos a través de los “mass media” sobre los ingentes esfuerzos que realizan las grandes empresas para beneficiar a los grupos externos a ella con los que mantiene relaciones a través de su entorno. Utilizan normalmente tres formas de ayuda:

a)    En la comunidad: a través de obras filantrópicas, donaciones a escuelas, creación de fundaciones, colaboraciones con organizaciones no gubernamentales,  aportaciones a organizaciones sin ánimo de lucro, …

b)   Con las personas: brindando puestos de trabajo a discapacitados, aportaciones a planes de pensiones, ayudas a la formación, … y

c)    En el medio ambiente: fomento del uso de agentes no contaminantes,  adhesión a normas internacionales, inversión en energías alternativas, certificaciones de calidad medioambiental,….

Sin embargo, se observa como paradigma la discriminación internacional en la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas (RSC). La mayoría de las multinacionales emplean distintas políticas de personal, ambientales y comerciales, en algunos casos casi opuestas, dependiendo de si operan en países del primer mundo o en países en vías de desarrollo. En términos prácticos, sería propio diferenciar entre la gestión de la Responsabilidad Social respecto al Primer Mundo, el Segundo Mundo y el Tercer Mundo, lo que lleva implícito un alto grado de hipocresía.

El objetivo último de estos “maquillajes morales” no tiene nada que ver con la ética, si no más bien con el marketing estratégico y particularmente con la imagen de marca y desde un punto de vista más pragmático, con aspectos más puntuales en relación a la opinión pública para seguir manteniendo el privilegio que tienen en el mercado, como pueden ser las concesiones administrativas o las ventajas fiscales según su aportación a la comunidad.

Jorge Etkin llama a está forma de hipocresía institucional, modelo perverso de organización, donde: “la cuestión pasa por la representación y el ejercicio que los dirigentes hacen del poder, instalando un cambio en lo aparente y manteniendo el control en lo profundo”[11].

A menudo vemos que las empresas se autoimponen exigencias éticas; sin embargo, en ocasiones, éstas revisten un carácter reactivo, esto es, mientras se habla de ética se persiguen otros objetivos. Al respecto, Josep Lozano[12] afirma: “ En definitiva lo que se reclama es más ética pero lo que se quiere es más control”. Cuando se impone esta voluntad perversa, los códigos de empresa y la propia cultura empresarial pierden todo su significado y se convierten en un código subliminal de manipulación de los miembros de la empresa. Si se formula la cuestión ética exclusivamente como una herramienta para minimizar o evitar el fraude, estamos banalizando su contenido, ya que cíclicamente se vuelve al objetivo de aumentar los beneficios por encima de cualquier otro tipo de responsabilidad.

Tradicionalmente se le asigna a la Ética el papel de reductora de los beneficios empresariales, sin embargo depende de la amplitud con la que utilicemos el  concepto que esta afirmación sea cierta. Si por beneficio empresarial entendemos las plusvalías que una institución económica genera para los grupos de interés con los que se relaciona, y no exclusivamente con su accionariado, la ética es un medio de creación de valor pues en la toma de decisiones siempre se tendrá en cuenta las consecuencias sobre terceros, beneficiando por tanto el bien común que supera con creces la rentabilidad del accionariado.

El análisis de la responsabilidad ética lo podemos analizar desde tres perspectivas:

a)    desde el sistema económico, que incluye a todas las organizaciones ya sean públicas o privadas y a todos los individuos en sus diversas perspectivas de consumidor y trabajador,

b)   desde la organización, analizando en cada caso a las distintas organizaciones empresariales, las consecuencias de su organización y las relaciones con su entorno, y

c)    desde el individuo, es decir, analizando la postura del empresario que ostenta el gobierno de la empresa, o de los Consejos de Administración, en que los Consejeros son responsables de la Estrategia empresarial.

En el sistema es donde percibimos la necesidad de enfrentar las graves formas de injusticia y marginación social, pero éstas en gran medida son originadas por las actuaciones de las empresas. Aún cuando hay quienes sostienen que la ética vive en una sociedad de organizaciones y no en una sociedad de individuos, cabría preguntarnos ¿Son estas organizaciones sujetos de asignación de responsabilidad en cuestiones de ética y moral?

Juan Pablo II en la Carta Encíclica “Reconciliatio et Paenitentia” nos aporta una sabia respuesta en este sentido: “Ahora bien la Iglesia cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos sociales, más o menos amplios, o hasta de naciones enteras, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Se trata de pecados muy personales de quien engendra, favorece o explota la iniquidad, de quien pudiendo hacer algo por evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males, omite el hacerlo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o por indiferencia, de quien busca refugio en la presunta imposibilidad de cambiar el mundo y también de quien pretende eludir la fatiga y el sacrificio, alegando supuestas razones de orden superior. Por lo tanto las verdaderas responsabilidades son de las personas. Una situación – como una institución, una estructura, una sociedad –no es, de suyo, sujeto de actos morales; por lo mismo no puede ser buena o mala en sí misma”[13].

El hombre es el ser ético y no la organización. Es el hombre de empresa, ya sea en su condición de propietario o de directivo, quien tiene la responsabilidad de exigir e implementar la dimensión ética en la empresa, que por mera dinámica de carácter transitivo se acabará trasladando al sistema económico.

No se trata de cuestiones fáciles de solucionar, sino de enfrentarse a constantes dilemas donde el norte debe ser siempre el bien común, entendido éste como el marco social de desarrollo total de la persona humana, “de todo el hombre y de todos los hombres” en palabras de la encíclica “Populorum Progressio[14].

Nadie está libre después de haber adoptado alguna decisión gerencial, de recordar lo dicho por San Pablo “Pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto[15].

“Tomar decisiones éticas es fácil cuando los hechos son claros y las opciones son blanco y negro. Pero distinto cuando la situación es ambigüa, la información que tenemos es incompleta, existen múltiples puntos de vista y responsabilidades cruzadas. En tales situaciones – que los managers viven a diario – las decisiones éticas dependen tanto del proceso de decisiones cuanto de la inteligencia e integridad de quien toma la decisión”  Kenneth Andrews[16]

En este sentido, la ética debe extenderse a todos los niveles de la organización, desde la perspectiva estratégica, que dirige la empresa hacia el largo plazo y establece los objetivos de futuro, como a la Dirección, que implementa los procesos que hacen posible la voluntad del estratega, para que en dicho contexto sea posible tomar la decisión ética adecuada por todos y cada uno de los miembros de la empresa.

Por ello, el compromiso debe comenzar desde arriba. Son la gerencia y la dirección quienes tienen la mayor responsabilidad en la creación de un clima ético en la organización. Sin embargo, incluso la ausencia absoluta de éste, no puede servir de excusa para la omisión de la ética en los estratos inferiores. Todos tenemos algo que aportar para hacer más ético nuestro ámbito de trabajo.

Según la Doctrina Social de la Iglesia, debemos considerar la responsabilidad del gobierno de la empresa como un don recibido de Dios: “para hacerlo fructificar, nos toca sembrar y recoger. Si no lo hacemos se nos quitará incluso lo que tenemos. ”[17]

Nos acercamos peligrosamente a la unificación del estereotipo del ejecutivo de empresa con el concepto de Hombre Light propuesto por Rojas[18] como:  “Un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo – consumismo – permisividad – relativismo. Todos ellos enhebrados por el materialismo”.

El individuo desposeído de un compromiso trascendente es simplemente una pieza más del engranaje de una sociedad deshumanizada que fomenta la huida de cualquier tipo de valor ético. Ante esta situación debemos enfrentar a los valores de la sociedad nihilista, los valores que impone la responsabilidad ética oponiendo la sinceridad a la hipocresía, la solidaridad al individualismo, el esfuerzo personal al hedonismo y  la generosidad al egoísmo.

A nivel individual, el hombre es absolutamente responsable desde un punto de vista ético y no puede caer en la trampa de la declamación a la que se recurre a nivel organizacional, ya que el compromiso es personal. Un gran peligro a tener en cuenta dentro de la vorágine empresarial, es el adormecimiento o la deformación de nuestra conciencia. Esto nos puede llevar a la construcción de una “ética a medida”.

“Somos responsables ante nuestra conciencia, testigo último de Dios. Pero también somos responsables de nuestra conciencia”[19].

No debemos caer en la tentación de tolerar socialmente a quienes se niegan a adoptar las conductas morales que nuestros tiempos exigen pues provocan la erosión de credibilidad en nuestra propia forma de actuar.

Las presiones extremas por obtener resultados de forma inmediata, generan una carga de tensión y/o agresividad que dependiendo de la actitud de la jerarquía, producen un efecto multiplicador dentro de la organización, y que por nuestra condición de seres sociales se traslada desde la organización a la sociedad entera.

La sociedad de nuestros tiempos vive dominada por el recelo y la desconfianza, motivada por las experiencias de despidos injustos, situaciones de explotación ante la que no hay defensa, acoso, … y todo tipo de dinámicas generadas por “la ley del más fuerte” en términos económicos.

La reacción en el individuo suele ser de defensa y diametralmente opuesta a lo que se espera de él, según el principio: “hoy les tocó a ellos, pero mañana, me puede tocar a mí”. En este contexto no se puede sembrar el sentimiento de pertenencia y solidaridad necesario para viabilizar la productividad y eficiencia en el largo plazo. El grado de cohesión interna constituye uno de los principales factores de poder de las organizaciones.

Las personas que disponen de un buen ambiente, educación y oportunidades constituyen mejores empleados, clientes y vecinos. Hombres sin proyectos personales trascendentes no pueden formar empresas con proyección en el tiempo.

El gran desafío es desarrollar nuestra inteligencia sin hacer concesiones a nuestra conciencia, para ir transformando las empresas donde trabajamos de escenarios de supervivencia en escenarios de convivencia.


3.5 Caritas in Veritate.

«Caritas in veritate» es la tercera encíclica del Sumo Pontífice Benedicto XVI. El 25 de enero de 2006 publicó su primera encíclica, sobre el tema de la caridad y del amor divino, titulada «Deus caritas est» («Dios es amor»). Su segunda encíclica fue lanzada en noviembre del 2007 con el título «Spe salvi» («Salvados por la esperanza»), en la que analiza sobre todo el pesimismo y el materialismo que sacude a los europeos. Esta tercera encíclica es la número 296 de la historia de la Iglesia Católica.

En las primeras páginas de esta Carta, Benedicto XVI retoma las temáticas sociales de la encíclica «Populorum progressio», escrita por Pablo VI en 1967 y firmada también el día de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo del mismo año. Por otro lado, «Caritas in veritate» conmemora también la encíclica social de Juan Pablo II, «Sollicitudo rei socialis», publicada en 1988 y en la que se abordaba el drama de la desigualdad y del desarrollo social. Se sitúa en la misma línea del magisterio marcada por León XIII en 1891, con la redacción de «Rerum Novarum» sobre el capital y el trabajo, continuada 40 años después con la «Quadragesimo Anno» de Pío XI y otros 30 años más tarde con la «Mater et Magistra» de Juan XXIII. El mismo Juan Pablo II escribió otras dos encíclicas sociales, además de la ya citada, conmemorando el centenario de «Rerum Novarum» con su «Centessimus Annus» en 1991. Benedicto XVI continúa claramente esa gran tradición, enmarcando la Doctrina social en los tiempos actuales.

A diferencia de sus anteriores encíclicas, redactadas de principio a fin por el propio pontífice, «Caritas in veritate» es fruto del trabajo de distintos obispos y cardenales expertos en temas de pobreza y desarrollo. Se especula que el viaje que realizó a África anteriormente, el continente más pobre del planeta, podría haberle ayudado a sacar conclusiones y a finalizar el documento.

Esta tercera encíclica, «Caritas in veritate» («La caridad en la verdad»), propone una nueva síntesis humanista que permita afrontar los retos de la globalización.

Explica cómo la caridad es el pilar sobre el que debe reedificarse la sociedad.

“La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf.Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza.”[20]

Prosigue que “los aspectos de la crisis y sus soluciones, así como la posibilidad de un futuro nuevo desarrollo, están cada vez más interrelacionados, se implican recíprocamente, requieren nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista». Señala que la actual crisis económica «ha nacido de un déficit de ética en las estructuras económicas”.

El concepto que plantea de desarrollo supera las esferas económicas y tecnológicas para referirse a un todo humano, así indica que “no basta progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre, ni en los países protagonistas de estos adelantos, ni en los países económicamente ya desarrollados, ni en los que todavía son pobres, los cuales pueden sufrir, además de antiguas formas de explotación, las consecuencias negativas que se derivan de un crecimiento marcado por desviaciones y desequilibrios”.

Hace especial énfasis en la dificultad que supondrá en el futuro el mantenimiento de la Justicia Social a nivel global,…“desde el punto de vista social, a los sistemas de protección y previsión, ya existentes en tiempos de Pablo VI en muchos países, les cuesta trabajo, y les costará todavía más en el futuro, lograr sus objetivos de verdadera justicia social dentro de un cuadro de fuerzas profundamente transformado”.

El Sumo Pontífice resalta al valor que supone la vida humana y hace notar el desprecio que de forma encubierta muestra nuestra sociedad global del S. XXI. Esto supone una de las peores formas de pobreza… “Uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida, que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos. Es un aspecto que últimamente está asumiendo cada vez mayor relieve, obligándonos a ampliar el concepto de pobreza y de subdesarrollo a los problemas vinculados con la acogida de la vida, sobre todo donde ésta se ve impedida de diversas formas”.

La inversión de la pirámide poblacional en las economías del primer mundo, supone un gran peligro tanto desde la perspectiva moral, como desde la perspectiva económica. Los sistemas de Justicia Social tienen grandes dificultades debido a que no hay una masa trabajadora capaz de sostener a las generaciones que dependen de las prestaciones sociales. La familia y la concepción de nuevos hijos son valores en crisis que deberían ser estimulados por las autoridades, pues de ellos depende la riqueza de las generaciones futuras.

El Papa reivindica los derechos de los trabajadores y les invita a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus derechos y establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local. Continúa con la tradición de la doctrina social de la Iglesia, y particularmente en la línea de la «Rerum Novarum».

El Papa Benedicto XVI señala que «la movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada» es un desafío que exige una adecuada respuesta para que no suceda que «la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación» se haga «endémica» generando «formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para crear caminos propios coherentes en la vida, incluido el del matrimonio».

“Se sigue produciendo ‘el escándalo de las disparidades hirientes’. Lamentablemente, hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres. La falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores es provocada a veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción local. Las ayudas internacionales se han desviado con frecuencia de su finalidad por irresponsabilidades tanto en los donantes como en los beneficiarios”.

Refiriéndose especialmente a los gobernantes, el Santo Padre índica que “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: ‘Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”. Sostiene que el nuevo contexto económico-comercial y financiero-internacional requiere de una revalorización del rol de los Estados. Por ello, invita a los sindicatos a instaurar nuevas sinergias a nivel internacional para enfrentarse a la reducción de las redes de seguridad social.

Al hablar del problema del hambre en el mundo, el Pontífice se refiere a él como desafío, y añade que hace falta un sistema de instituciones capaces de asegurar el alimento, así como la maduración de una «conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones. Es importante destacar, además, que la vía solidaria hacia el desarrollo de los países pobres puede ser un proyecto de solución de la crisis global actual, como lo han intuido en los últimos tiempos hombres políticos y responsables de instituciones internacionales».

El Papa resalta la relación entre la negación del derecho a la libertad religiosa y el desarrollo y añade… «La violencia frena el desarrollo auténtico e impide la evolución de los pueblos hacia un mayor bienestar socioeconómico y espiritual. Esto ocurre especialmente con el terrorismo de inspiración fundamentalista, que causa dolor, devastación y muerte, bloquea el diálogo entre las naciones y desvía grandes recursos de su empleo pacífico y civil».

La nueva realidad global plantea desafíos nuevos que hacen necesarios nuevos planteamientos y reflexiones… “Las grandes novedades que presenta hoy el cuadro del desarrollo de los pueblos plantean en muchos casos la exigencia de nuevas soluciones. Éstas han de buscarse, a la vez, en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad”, dice Benedicto XVI en la «Caritas in veritate».

«Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres».

El Papa subraya también la «convergencia entre ciencia económica y valoración moral. Los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos» y explica que «reducir el nivel de tutela de los derechos de los trabajadores y renunciar a mecanismos de redistribución del rédito con el fin de que el país adquiera mayor competitividad internacional, impiden consolidar un desarrollo duradero».

«La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización”, resalta el Papa y expresa que “una de las pobrezas más hondas que el hombre puede experimentar es la soledad. Ciertamente, también las otras pobrezas, incluidas las materiales, nacen del aislamiento, del no ser amados o de la dificultad de amar».

El Papa hace referencia a la necesidad de comunión entre los miembros de la familia humana, que lejos de vivir aislados, deberían unirse por los lazos de la fraternidad y lograr las metas pendientes: la superación del hambre en el mundo, la convivencia intercultural y el desarrollo integral de toda la especie humana,  «el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro», Benedicto XVI afirma que el «desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz».

Al referirse a las  religiones para el desarrollo integral, el Pontífice reitera que «la religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La doctrina social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa ‘carta de ciudadanía’ de la religión cristiana»… y hace una distinción entre las religiones que fomentan el desarrollo y la comunión de los seres humanos, y aquellas que fomentan el individualismo, especialmente aquellas que plantean un resurgimiento del Panteísmo.

En relación al Sistema Financiero, el Papa plantea que la especulación no puede poner en riesgo a la economía real y plantea, en términos económicos, una necesidad de regulación «del sector capaz de salvaguardar a los sujetos más débiles e impedir escandalosas especulaciones, cuanto la experimentación de nuevas formas de finanzas destinadas a favorecer proyectos de desarrollo, son experiencias positivas que se han de profundizar y alentar, reclamando la propia responsabilidad del ahorrador».

En relación a los movimientos migratorios y su implicación con el desarrollo, el Papa considera que la política que sirva de la mejor manera a responder a este desafío «hay que desarrollarla partiendo de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos (…) Ningún país por sí solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales».

«El verdadero desarrollo no consiste principalmente en hacer. La clave del desarrollo está en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser», alerta luego el Santo Padre.

El Pontífice también habla del lugar de los medios de comunicación ante el desarrollo y explica que estos deben estar «centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural».

Este trabajo de investigación entronca plenamente con el concepto de desarrollo de la encíclica “Caritas in veritate”. Desarrollo Humano no es solo la mejora de las magnitudes macroeconómicas o alcanzar determinadas cotas tecnológicas. El supuesto nivel de desarrollo de los países más ricos no es estrictamente desarrollo humano si supone una perdida cultural, una caída de la Justicia Social y una perdida de identidad de los seres humanos.

“Caritas in veritate” significa ante todo dos elementos esenciales. Por un lado, “Caritas” que se refiere al amor altruista que no persigue otra contraprestación que no sea la de beneficiar al prójimo por amor hacia él, y por otro, “In Veritate”, dónde la verdad es el don que Dios nos ha otorgado a todos los hombre, ya que todo es verdad en Él, y Él es fundamento de toda verdad.

En relación a la libre competencia, el Santo Padre, revela que deben darse oportunidades de acceso a la economía real a las instituciones que prestan sus servicios desde la gratuidad, pues en ocasiones éstas son injustamente relegadas desde diversos ámbitos y no se valoran sus aportaciones.

El Santo Padre advierte de la necesidad de la Economía de la Caridad, en una sociedad que casi no reconoce el significado de esta forma de relación entre los hombres. Hace un profundo hincapié en la necesidad de la verdad como algo absoluto por encima de juicios opináticos.

La gran cuestión ética de nuestros tiempos es la posibilidad de un hombre moral si no existe un basamento transcendente, esto es, si existe la posibilidad de un comportamiento ético sin Dios.

 

 

 


[1] Pablo VI S.P., OCTOGÉSIMA ADVIENS, Carta Apostólica, al Sr. Cardenal Mauricio Roy, Presidente del Consejo por los seglares y de la Comisión Pontificia «Justicia y Paz» en ocasion de la Encíclica Rerum Novarum (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1971).

[2] Milton Friedman, Capitalism and Freedom (Madrid: Ediciones Rialp, 1966).; Vease también, Milton Friedman, «The Social Responsability os Business is to Increase its Profits,» The New York Times Magazine, Sept. 1970.

[3] Amartya K. Sen, Rational fools: a crtique of behavioral foundations of economic theory, ed. Jane J.Mansbridge (Chicago: The University of Chicago Press, 1990).

[4] Sant. 4, 1s

[5] Lester C. Thurow, The Future of Capitalism: How Today’s Economic Forces Will Shape Tomorrow’s World (London: Nicholas Brealey Publishing Ltd, 1996).

[6] S.P. Pablo VI, GAUDIUM ET SPES, Carta Encíclica (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1975).

[7] S.P. Pablo VI, POPULORUM PROGRESSIO, Carta Encíclica, a los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y fieles de todo el mundo y a todos los hombres de buena voluntad sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1975).

[8] André Pichot, La société pure. De Darwin à Hitler (Paris: Flammarion, 2002).

[9] La frase fue pronunciada en una conferencia escolar, y está citada en Richard Hofstadter, Social Darwinism in American Thought (New York: Georg Brazilier, 1959).. El texto original en inglés es: The growth of a large business is merely a survival of the fittest…. The American Beauty rose can be produced in the splendor and fragrance which bring cheer to its beholder only by sacrificing the early buds which grow up around it. This is not an evil tendency in business. It is merely the working out of a law of nature and a law of God.

[10] CEOE, «La Empresa y la Responsabilidad Social,» Confederación Española de Organizaciones Empresariales (Madrid, 2006).

[11] Jorge Etkin, La Doble Moral de las Organizaciones (Madrid: Mc Graw-Hill, 1993).

[12] J.M. Lozano, Ética y Empresa (Barcelona: Trotta, 1999).

[13] S.P. Juan Pablo II, RECONCILIATIO ET PAENITENTIA, Exhortación Apostólica Post-sinodal, al Episcopado al Clero y a los fieles sobre la reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia de hoy (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1984).

[14] Opus Cit. 25

[15] Rom 7,15

[16] K. Andrews, «Can the Best Corporations Be Made Moral?,» Harvard Business Review, Mayo-Junio 1973.

[17] S.P. Juan Pablo II, SOLLICITUDO REI SOCIALIS, Carta Encíclica (Libreria Editrice Vaticana, 1987).

[18] E. Rojas, El hombre light: una vida sin valores, tercera (Buenos Aires: Planeta, 1992).

[19] Conferencia Episcopal Francesa, Catecismo para adultos (Bilbao: Desclee de Brouwer, 1993).

[20] S.P. Benedicto XVI, CARITAS IN VERITATE, Carta Encíclica (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2009).