Justo Sotelo, el economista que soñaba con ser escritor y no entendía ni la cerilla ni el bidón de gasolina

justo-sotelo3Justo Sotelo es una de las personas más inteligentes que he conocido, aunque puede que no sea demasiado objetivo porque le quiero un montón.

Cuando yo era alumno en la Facultad, el ya era catedrático y autor del manual Teorías y Modelos Macroeconómicos(1), junto a otros autores como Julián Unamuno. Nunca tuve el placer de que me diera clase, pero siempre se caracterizó por ser un profesor excepcional que parecía un alumno más, hasta que abría la boca y se notaba que sabía tanto y tan bien, que el saber formaba parte de sí mismo. El verbo aprender, tiene la connotación de «hacer algo propiedad de uno». El saber es objeto del aprendizaje, y en Justo, la acción de aprender lo ha transformado hasta el punto de que el mismo es saber.

No me parece casualidad que siendo economista ya doctorado decidiera sumergirse en el mundo de la Literatura. La Economía tiene mucho de ficción, de utopía y tragedia, de fuerzas del destino que nos superan, de aventuras épicas repletas de héroes y villanos. La Economía es la historia que se lee tras la Historia, y supone una mordaza para aquellos que la conocen. Si las ciencias habitarán el mundo de los cuentos de hadas, la bruja sería sin duda la Economía.

Cuando leí su tesis doctoral en Literatura, La Semántica Ficcional de los Mundos Posibles en la Novela de Haruki Murakami(2), me sorprendió brevemente ver que la introducción comenzaba con un discurso económico impecable. Y digo brevemente, porque enseguida me di cuenta de que la realidad es el contexto de otras realidades. Entender intelectualmente a Justo es complicado porque para ponerse al nivel de su lenguaje hay que compartir su nivel de conocimiento, y un servidor, en Literatura no lo alcanza ni de lejos. Sin embargo, entenderle desde la pasión es inmediato. El movimiento de sus manos cuando habla, la búsqueda obsesiva por la palabra exacta en el lugar perfecto, el brillo de sus ojos que se refleja en sus gafas cuando alguien le pregunta desde la curiosidad y no desde el protocolo… cuando todo esto ocurre, Justo se transforma en un divino niño, como si fuera el dios Loki de la religión germana jugando con las emociones y destinos de sus personajes en los infinitos mundos posibles de la Literatura.

Para Justo, realidad y ficción son cosmos simultáneos, posibles lugares a los que escapar, pero también en los que vivir. Por eso Justo vive la realidad como si fuera uno de los muchos mundos posibles, y se comporta como si viniera de otros mundos con usos y costumbres diferentes. Es imposible entender a Justo sin situarle en este contexto de viajero entre mundos.

Os dejo un vídeo para que le veáis en directo.

Tendré que comprarme el nuevo libro, ¿qué alternativa queda? . Os dejo un enlace a una crítica que le han hecho sobre Cuentos de los viernes (3)

El lenguaje es tan importante como respirar. En él encontramos el significado que atribuían a los objetos de la realidad nuestros ancestros, pero también creamos nuevos significados, damos matices, convertimos el discurso en un cuadro abstracto. Con él intuimos principios de historias, relatamos el tránsito, para tal vez no encontrar un final, como cuenta en su tesis sobre Murakami.

Pero insisto, Justo es pasión que roza la locura, y eso lo convierte en un genio. Y no nos confundamos,  porque si bien los genios se caracterizan por alcanzar comprensiones de la realidad que los demás no vemos, también se caracterizan por abandonar las realidades que son más evidentes para el resto. Esto hace también que su pensamiento sea controvertido, discutible, incansable y agotador a la vez… y a Justo le encanta discutir, aunque él seguro que prefiere utilizar el verbo dialogar. Por eso es amigo de las tertulias, preferiblemente de aquellas en que se sienta el literato académico junto a la joven fisioterapeuta, mientras que en las sillas de enfrente están el arquitecto al lado de ese chiquillo que ha comenzado a escribir cuentos, y aún no se sabe, si acabará siendo un escritor, o estará en esa etapa «tonta» de la poesía de la mala noche.

Todos tienen un lugar en la mesa literaria de Justo: es entrañable, y por tanto en estos tiempos, absolutamente imprescindible.

 

(1) Sotelo Navalpotro, J., Unamuno Hierro, J., et Al (2003). Teorías y Modelos Macroeconómicos. Pozuelo de Alarcón, Madrid, España: ESIC Editorial.

(2) Sotelo Navalpotro, J. (2014). La Semántica Ficcional de los Mundos Posibles en la Novela de Haruki Murakami.. Tesis doctoral. UCM. Madrid.

(3) Justo Sotelo (2015) Cuentos de los viernes. Colleción Narrativas. Bartleby. Madrid

2 respuestas a «Justo Sotelo, el economista que soñaba con ser escritor y no entendía ni la cerilla ni el bidón de gasolina»

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