Del arte de la partera al de la pantera

Sócrates, 470-399 a.C.


Sócrates explicaba el arte de llegar a la verdad por analogía con la profesión de su madre: comadrona o partera. Para Socrates el hombre es un ser social y racional, siendo la razón un fin ordenador de la naturaleza. Basta con el diálogo, la curiosidad y la ironía para que un buen par de amigos filósofos consigan que la verdad se desnude y se revele ante nosotros. Ahora bien… ¿y en el siglo XXI? Ponemos en duda que el hombre sea racional y social. Hemos descubierto mil y un «trucos» para dejar incapacitada a la razón para llegar a la verdad. Sistemáticamente trucamos el lenguaje para que exprese precisamente aquellos que queremos que piensen los demás ( Véase Gádamer, en «Verdad y método»). La psicología (antiguo estudio del alma que hace viviente al hombre individual) nos sirve para burlar el buen jucio y el sentido común que hace décadas parece ser el menos común de los sentidos: de una parte porque la gente no se atreve a expresar lo que dice el sentido común que habitualmente va en contra de lo políticamente correcto, por otro lado, porque las «páridas» y cambios de discurso a golpe de encuesta o corriente de opinión (doxa en el peor de los sentidos platónicos, creencia y falsedad) hacen que uno no tenga tiempo para meditar lo que es verdad… Para colmo dudamos de que la verdad como ente objetivo existe, y la verdad del yo (yo tengo raón) se impone a cualquier argumento lógico…. Mal lo tendría Sócrates en el Sálvame ante el arte de la pantera. Curiosamente, y de aquí el post, una simple letra (de la r a la n), cambia absolutamente el sentido y contenido del arte: el uno por amor a la sabiduría ( que nace del principio de no contradicción que proviene del ser) y el de la dialéctica del sofista ( utilitarismo finalístico del discurso) adornado con todos los atributos del cínico mas perro flauta. El lenguaje de la pantera acecha en la sombra, camuflado con apariencia de inexistencia y negro nihilismo, que busca la imposición de un superhombre que ni es hombre ni es super, vestido con arapos de discapacidad e injusticia, buscando imponerse como el gobernante de todos y cada uno de los demás, sean discapacitados o injustamente tratados. Y mordemos el anzuelo, o hacemos como que tragamos por un principio de prudencia mal entendido. Los que nos venden la verdad acechan nuestras reaccionan, como hipnotizadores de serpientes nos siguen la mirada, invaden nuestro ser íntimo con la redes sociales ( en las que somos «super hapies» desde la cotidiana apocalipsis y fracaso vital; pero que nadie se entere) y adelantan nuestras reacciones con las «fake news». Nos estamos hartando y ya empieza a notarse. Algo nos hace reaccionar a la habitual y consabida mentira que unas veces parece beneficiarnos egoistamente, y otras veces promete amedrentarnos con una antipatía deshumanizada: en ambos casos, a casi nadie se le ocurre pensar en el bien de todos por encima del ego propio. La pantera está aquí, y creo que estamos decidiendo que vamos a cazarla: unos para ponerla a su servicio y convertir la democracia en la sociedad de Orwell de 1984, otros para meterla en el zoo, que es donde le corresponde, y devolverle el trabajo a la partera que se le está empezando a acumular, pero que bastante. El cambio de una sola letra, lo cambia todo. No quiero ni pensar lo que puede ser la reconstrucción política del diccionario, y la reescritura de la Historia. Yo al menos me resistiré intentando no perder la memoria ni cediendo a argumentaciones débiles y vácuas, por mucho que en los medios sea el lenguaje habitual. Larga vida a la sabiduría, la fortaleza, la templanza y la prudencia. Muerte al cinismo y al sofismo de los políticos, que utilizan mi ciencia favorita, la Estadística, como ramera y mentirosa al servicio de la demagogia y la psicogágia.